Hace unos años era muy notoria la cantidad de gente que corría por su vida como hábito de ejercicio y se inscribía a carreras cada domingo, el maratón para muchos era una meta habitual y casi natural para quienes se enfocaban a romper las barreras de la distancia. Hoy parece que ha pasado esa fiebre de los runners y, según los especialistas en el deporte, esto se debe al impacto que esta actividad tiene sobre el cuerpo, pero no por eso hay que dejar pasar la oportunidad de mantener el ritmo y ejercitarse con frecuencia y disciplina.
Para quienes han puesto pausa en su vida de corredores o para quienes quieren activar sus rutinas con pequeñas pero significativas acciones, una alternativa puede ser la caminata rápida o power walking, para lo cual es importante tomar en cuenta el número de pasos y la cadencia con la que se dan. Según el National Center for Biotechnology Information, para que esta caminata sea efectiva y pueda tener repercusiones notorias en la salud, son 10,000 pasos los que hay que dar como mínimo. Esto se traduce en aproximadamente 8 km, dependiendo de la zancada de cada persona, es decir, unas tres vueltas a la cuadra del Parque Ecológico y Jardín Botánico Culiacán.
¿Caminar tiene sus riesgos? Sí, pero son mínimos comparados con otros ejercicios. De acuerdo con un informe recopilado por la Asociación de Viandantes a Pie, con sede en España, estos riesgos se asocian principalmente a la exposición de los peatones a la contaminación y al tráfico del espacio público. Sin embargo, quienes caminan no están expuestos a más contaminación del aire que los conductores de vehículos, sus estudios concluyeron que incluso puede ser menor porque el peatón tiene la ventaja de esquivar las calles para acortar tramos por parques y zonas arboladas. En general, la preocupación por estos factores de riesgo por caminar no está ligada a la propia actividad, sino al contexto, la seguridad del entorno urbano y a los accidentes de tránsito.
Tomando en cuenta esto, la estrategia para moderar el tráfico de la ciudad e incentivar los traslados a pie debería estar enfocada hacia mejorar los espacios para el peatón y favorecer la movilidad no motorizada.
La asociación expone entre las conclusiones de su informe que “andar es una forma fundamental y profundamente humana de hacer actividad física. Andar genera beneficios para las personas que caminan y también para la sociedad en su conjunto, en la medida en que permite reducir los impactos sociales y ambientales de la movilidad urbana”. En ese sentido, nuestra salud depende de cuánto caminemos, la disposición que tengamos para eso y que tengamos recorridos seguros hacia la casa, la escuela o el trabajo.
Por: Alina Midori Hernández
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