Desde que han subido las temperaturas ¿tienes como una sensación de pesadez y cansancio general en tu cuerpo? ¿Tienes las piernas y tobillos hinchados y tu perímetro abdominal ha crecido de manera exponencial en pocas horas? ¿Te has subido a la báscula y has aumentado un par de kilos de peso sin ningún tipo de explicación aparente?
Pues bien, tenemos ‘buenas noticias’ para ti: no es que hayas engordado, es que estás reteniendo líquidos y sufriendo el temido ‘efecto globo’ que afecta en mayor medida a las mujeres por cuestiones hormonales, así como por otro tipo de factores como tener la piel más fina y menor masa muscular que los hombres.
¿Qué es la retención de líquidos?
De manera coloquial y popular nos referimos a la retención de líquidos cuando existe un edema localizado (o acumulación excesiva de líquido en los tejidos). Un aumento en el volumen del líquido intersticial –el que está fuera de las células de la región edematosa y rellena los espacios que hay entre ellas– que notamos por los síntomas antes descritos. También por la presencia de fóvea en nuestra piel: cuando la apretamos de manera firme y el hundimiento persiste durante algún tiempo después de levantar el dedo.
El edema puede estar provocado por…
Las causas son muy dispares y, en ocasiones, denotan la presencia alguna enfermedad grave relacionada con el corazón, el sistema renal o las tiroides, por lo que es recomendable que consultes con tu médico de cabecera si ves que los síntomas son preocupantes o persistentes.
No obstante, a las que nos vamos a referir en este reportaje son a las más comunes, aquellas que provocan una retención de líquidos que no implican riesgos graves para tu salud, a no ser que no cambies tu estilo de vida y alimentación.
Causas
- Deshidratación
- Mala alimentación
- Vida sedentaria
- Cambios hormonales relacionados con el ciclo menstrual
Soluciones
Hidratarse bien
Con objeto de depurar el organismo y restablecer el equilibrio del líquido extracelular debemos beber mucha agua (preferiblemente hiposódica). Otra manera alternativa y nutritiva de ingerir agua es comer caldos de verduras que puedes tomar entre horas. También son recomendables las infusiones de cola de caballo, diente de león o hinojo. Si no te gusta ser tan creativa, servirá cualquier manzanilla, menta-poleo o incluso té, un ‘quemagrasas’ natural que activa el metabolismo.
Moderar el consumo de sal
Una dieta baja en sodio es el tratamiento más efectivo contra los edemas localizados. Sustituye la sal en tus comidas por otros ingredientes que aporten sabor, como el ajo, la cebolla o las hierbas aromáticas. Y recuerda que la mayor concentración de sodio se encuentra en los alimentos procesados, así que evita los embutidos y alimentos precocinados.
Frutas y verduras han de ser la base de tu dieta, ya que son pobres en sodio. Compleméntalas con todo tipo de carnes y pescados, estos últimos nunca en conserva ni ahumados.
Lleva una vida activa
El ejercicio, además de ponerte en forma, reduce la ansiedad y el estrés y ayuda a deshinchar el cuerpo (la sangre fluye mejor) y a liberar toxinas a través de la sudoración. Terminar la actividad con una ducha fría también mejora la circulación sanguínea.
Durante los primeros días del ciclo menstrual en normal que surja una ligera retención de líquidos debida a la reducción natural de estrógenos. Para combatirla, de nuevo, el ejercicio será tu mejor aliado al favorecer la producción de serotonina, también llamada la hormona de la felicidad, que evita la ansiedad y picar entre horas de manera descontrolada.
Descansar bien
El sueño y el descanso son fundamentales a la hora de equilibrar nuestro cuerpo, por tanto, es recomendable que te tomes tu tiempo para relajarte durante el día (mejor con las piernas en alto) y duermas las horas necesarias para recuperarte tanto física como mentalmente.
