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    Cuando el silencio castiga

    “Muchas veces basta una palabra, una mirada, un gesto para llenar el corazón de la persona que amamos”.
    -Madre Teresa de Calcuta

     

    En mi consultorio, observo con frecuencia que cuando existen problemas entre las parejas, recurren a ignorarse, a no contestar, a dejarse de hablar; no por prudencia, si no para que sienta que así no son las cosas y de esa forma no debe comportarse el otro, haciendo del silencio es una forma de castigar, casi tan dañina como los gritos o la violencia física. Lo único que buscan es el sometimiento de la otra persona, para que acepte su punto de vista, generando en este proceso una gratificación egoísta.

     

    Las razones para castigar con el silencio
    Tal y como dijo Mario Benedetti, «Hay pocas cosas tan ensordecedoras como el silencio». El silencio llega a ser un recurso muy valioso para muchas personas, a eso le llamamos prudencia, al poco tiempo se logra llegar a una comunicación sana, donde el silencio solo fue un breve tiempo para dar paso al dialogo sano, siendo en este caso, una estrategia adecuada, positiva y asertiva.

    Pero cuando una persona deja de hablar con el fin de hacer daño a otros, lo hace porque no tiene otros recursos de diálogo o negociación para lidiar con la situación. Las personas que hacen uso del silencio como estrategia para manejar los inconvenientes y las incompatibilidades, suelen pensar lo siguiente:

    “Esa persona con la que tengo una incompatibilidad, no me entiende. Por más que le pido que cambie, no me hace caso. Entonces, es mejor no decir nada así aprenderá.”

    “Tiene que disculparse conmigo por lo que me hizo. Hasta que lo haga, voy a volverle hablar.”

    “Para qué hablar si siempre llegamos al mismo punto. Mejor dejar de hablar para ver si entiende que no voy a ceder, así soy yo, y tiene que aprender.”

    En todos los casos se piensa de manera errónea que el silencio es la mejor opción para procurar una solución al conflicto, cuando por alguna razón, la palabra ha demostrado ser ineficaz. Se recurre entonces a la decisión de dejar de hablar al interlocutor para que esto sea asumido como un castigo y, en consecuencia, la otra persona reconsidere su actitud. Esto pone en evidencia una gran inmadurez emocional de la persona que retira el habla.

    Dejar de conversar, es una estrategia muy utilizada en los intentos de manipulación emocional

    Permanecer callados ante la persona que se quiere y se ama, puede tener muchos significados. Dejar de conversar es asumir una actitud pasivo-agresiva. Este tipo de actitudes llegan a ser más dañinas psicológicamente que una agresión directa ya que el silencio se convierte en un vacío muy peligroso porque que se le puede dar cualquier tipo de interpretación.

    Cuando el silencio se extiende por horas y por días, es otra forma de maltrato psicológico. Aléjate inmediatamente de esa persona y no la vuelvas a buscar en tu vida.

    Esta práctica de restringir la comunicación hablada es más común de lo que podemos imaginar, son personas que solo dejan de contestar, te dejan en visto durante horas o días. Desafortunadamente son personas con las que vivimos y a las que probablemente les guardamos un cariño que no se merecen, pero las queremos a nuestro lado probablemente por la fragilidad emocional. Este comportamiento es sumamente destructivo, nefasto y absurdo. Esta conducta que no por ser infantil, deja de ser perversa y se presentarse con frecuencia.

    El “Silente” (es decir el que juega al mudo) intenta combinar el “ahora te quiero”, “ahora me alejo”, el “ahora te hago caso”, “ahora te hago el vacío”. Con ello, despliegan un tipo de incertidumbre emocional que desgasta, que destruye y que corroe el alma y la mente. Ahí es donde el manipulador controla los tiempos para ejercer el poder sobre el otro.

    Dejar de hablar para lastimar a la persona que te quiere, doblegarla y provocar que se quede sin voluntad ante la presión y el maltrato psicológico y provocar un estado de sometimiento sobre otra persona, nunca genera buenos resultados, sobre todo a mediano y largo plazo. La salida no está en dejar de hablar, sino en buscar y encontrar los medios para tender puentes hacia la comprensión o en romperlos definitivamente cuando no existe forma de hacer entender al manipulador. Recuerda siempre ten presente que no podemos cambiar a todas las personas. Ni el mismo Jesucristo pudo hacer cambiar a Judas en tres años de predicarle diariamente.

    Di basta al maltrato en forma de silencio, basta a la manipulación. Siempre hay un mejor camino, donde tu dignidad, valores y emociones no sean dañados y puedas vivir sin miedo y en libertad.

     

     

    Por: Erendira Paz
    Psic. Clínica
    Cédula: 8156408
    Correo: erendirapaz2017@hotmail.com
    Cel. (667) 996-3761

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