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    La increíble historia de Santa Claus

    Cualquier niño puede decirte de dónde es Santa Claus: del Polo Norte. Pero su viaje histórico es todavía más largo y fantástico que su circunnavegación nocturna anual alrededor del mundo. El Santa Claus norteamericano actual nació en el Mediterráneo, evolucionó por el norte de Europa y finalmente tomó la forma que ahora nos es tan familiar en las orillas del Nuevo Mundo. ¿Quién es este Papá Noel y cómo llegó hasta aquí?

     

    San Nicolás
    Las imágenes de San Nicolás, el antepasado original de Santa Claus, varían considerablemente, pero ninguna de ellas se parece demasiado al anciano de mejillas sonrosadas y barba blanca al que estamos acostumbrados hoy en día. Una de las imágenes más convincentes que tenemos del San Nicolás real no la crearon artistas antiguos, sino forenses expertos en reconstrucción facial.

    Los restos del obispo griego que vivió en los siglos III y IV se encuentran en Bari, Italia. Cuando se reparó la cripta de la basílica de San Nicolás en la década de 1950, el cráneo y los huesos del santo quedaron documentados con rayos X y miles de mediciones detalladas.

    Caroline Wilkinson, antropóloga facial en la Universidad de Manchester (Inglaterra), usó estos datos y las simulaciones realizadas con software de última generación para crear una reconstrucción de este hombre. Wilkinson puso un rostro humano en el homónimo original de Santa Claus, una cara con una nariz rota posiblemente durante la persecución de los cristianos bajo el gobierno del emperador romano Diocleciano.

    De San Nicolás a Santa Claus
    ¿Cómo se convirtió San Nicolás en un habitante del Polo Norte que reparte regalos de Navidad? El santo original fue un hombre griego que nació unos 280 años después de Cristo y que se convirtió en el obispo de Mira, una pequeña ciudad romana en la actual Turquía. Nicolás no era ni gordo ni alegre, sino que se forjó una reputación como defensor rebelde y apasionado de la doctrina de la Iglesia durante la «Gran Persecución», cuando se quemaban Biblias y se obligaba a los sacerdotes a renunciar al cristianismo, o se les ejecutaba.

    Nicolás desafió estos edictos y pasó años en la cárcel antes de que Constantino otorgara legitimidad al cristianismo en su imperio. La fama de Nicolás perduró mucho después de su muerte (el 6 de diciembre de un año desconocido, a mediados del siglo IV) porque se le asociaba con muchos milagros y todavía se le rinde culto hoy en día, independientemente de su vinculación con Santa Claus.

    Nicolás saltó a la fama entre los santos porque era el patrón de numerosos grupos, desde los marineros hasta naciones enteras. Pero en torno al año 1.200, según explicó el historiador Gerry Bowler, autor de Santa Claus: A Biography, empezó a conocerse como patrón de los niños y portador de regalos mágicos por dos grandes historias de su vida.

    En el relato más conocido, el joven obispo Nicolás salva a tres jóvenes de una vida dedicada a la prostitución cuando le da en secreto tres sacos de oro a su padre endeudado, que podrá utilizar para pagar sus dotes.
    San Nicolás en América

    En los Países Bajos, los niños y las familias simplemente se negaron a renunciar a San Nicolás como portador de regalos. Adoptaron a Sinterklaas y llevaron consigo ese nombre a las colonias del Nuevo Mundo, donde también perduraron leyendas de los peludos y aterradores portadores de regalos germánicos.

    Sin embargo, las primeras Navidades en Estados Unidos no se parecían a las fiestas de hoy en día. Esta festividad se rechazó en Nueva Inglaterra y en otros lugares se había convertido en algo parecido a la Saturnalia pagana que en su día ocupó su lugar en el calendario. «Se celebró como una especie de fiesta comunitaria llena de alcohol y alboroto», afirmó Bowler. «En eso se había convertido en Inglaterra. Y no había ningún portador de regalos mágicos especial».

    Más adelante, en las primeras décadas del siglo XIX, todo cambió gracias a una serie de poetas y escritores que se esforzaron por convertir la Navidad en una celebración familiar reviviendo y reformando a San Nicolás.

    El libro de Washington Irving de 1809 Knickerbocker’s History of New York retrató por primera vez a un Nicolás que fumaba en pipa mientras sobrevolaba los tejados de las casas en un vagón volador, repartiendo regalos entre niños y niñas buenos.

    En 1821, un poema anónimo ilustrado titulado The Children’s Friend fue mucho más allá a la hora de dar forma al Santa Claus moderno, asociándolo con la Navidad. «Aquí finalmente tenemos la aparición de Santa Claus», dijo Bowler. «Han cogido el reparto mágico de regalos de San Nicolás, le han quitado cualquier tinte religioso y han vestido a Santa Claus con las pieels de aquellos peludos portadores de regalos germánicos».

    Ese personaje traía regalos a las niñas y niños buenos, pero también traía una vara de abedul, según señala el poema, que «dirige la mano de los Padres cuando sus hijos rechazan el camino de la virtud». Del pequeño vagón de Santa Claus solo tiraba un reno, pero tanto el conductor como el equipo sufrieron un importante cambio de imagen el año siguiente.

    En 1822, Clement Clarke Moore escribió A Visit From St. Nicholas, también conocido como The Night Before Christmas, para sus seis hijos, sin intención de sumarse al incipiente fenómeno de Santa Claus. Se publicó de forma anónima al año siguiente y, hasta el día de hoy, el Santa Claus regordete y alegre que se describe en él sigue montado en un trineo del que tiran ocho renos.
    «Se convirtió en un fenómeno viral», dijo Bowler. Pero, aunque este poema sea familiar para los estadounidenses, todavía deja mucho a la imaginación, y en el siglo XIX Santa Claus apareció en muchas vestimentas de diversos colores y tamaños, y llevando una serie de disfraces diferentes. «Tengo una fotografía maravillosa de él en la que aparece clavadito a George Washington, montado sobre un palo de escoba», afirma Bowler.

    Añadió que no fue hasta el siglo XIX cuando se estandarizó la imagen de Santa Claus como un adulto de tamaño normal vestido de rojo con adornos de pelo blanco, que viajaba desde el Polo Norte en un trineo tirado por renos y que vigilaba a los niños.

    El mayor responsable de la cara alegre, regordeta y de abuelo de este Santa Claus fue Thomas Nast, un gran caricaturista político. «Sin embargo, Nast lo dibujó con unos calzones bastante indecentes, en mi opinión», añadió Bowler.

    Cuando se estableció del todo, el Santa Claus norteamericano experimentó una especie de migración a la inversa hacia Europa, reemplazando a los terroríficos portadores de regalos y adoptando nombres locales como Père Noël en Francia, Father

    Christmas en Gran Bretaña o Papá Noel en España. «Lo que ha hecho es domar a estos personajes propios de cuentos de hadas de los hermanos Grimm de finales de la Edad Media», afirma Bowler.

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