Creo, estimados lectores, que la salud es conocida por todos como un valor indiscutible, mi creencia había sido que, sin salud, ni todo el dinero, ni todo el amor, ni los viajes más lindos, tendrían el encanto al estar enfermo y que difícilmente la vida es disfrutable sin salud, craso error. De alguna manera a lo largo de mi vida he sabido de uno y muchos testimonios de vida en los cuales la enfermedad no ha frenado a grandes personajes de la historia de la humanidad, pero en mi sistema de creencias enfermedad era sinónimo de dolor principalmente, sufrimiento y hasta desesperación. Me parecía el peor castigo y claro, aún no creo que sea la mejor opción vivir enfermo, pero veo que es menos complejo de lo que pensaba, después de todo en la vida existen mil y un maneras de estar bien si buscamos caminos saludables en los tres aspectos básicos: físico, emocional y mental.

Mi inquietud desde pequeña era hacer ejercicio para estar fuerte y sana, comer bien y desarrollar distracciones como el deporte, el baile y la lectura, amén de otras actividades; así me fue enseñado tanto en el colegio como en casa con la fortuna de tener los medios y el ejemplo de un papá muy deportista, sumando una naturaleza personal muy energética, todo esto me facilitó el camino para una vida sana. Aunque nada tenemos asegurado es la mejor manera de una existencia lo más funcional posible, por lo que estoy convencida de la necesidad de sembrar en las nuevas generaciones todo aquello que perdimos en el camino: comida, hábitos y actividades saludables.

Todo padre quiere ver a sus hijos felices, antes necesitamos darles las herramientas para lograrlo, aquí menciono dos puntos: ¿qué necesitan y cómo dárselos? El nuevo sistema de vida ha bajado al mínimo los niveles de tolerancia y frustración, si un muchacho pierde la cabeza porque le niegan el celular, ¿se imagina usted si pierde la salud cómo va a reaccionar? ¿Cómo va a agradecer por lo que es, por lo que hace y por lo que tiene si se desestabiliza solo porque está incomodo? Porque no le prestan el carro o no le dejan hacer lo que le plazca… Amor y disciplina son fundamentales para enfrentar lo inesperado, nadie nos asegura una salud continua, incluso los accidentes nos pueden dar un vuelco irreversible. La juventud necesita mucho amor y disciplina que solo se logran estando atentos y cercanos a ellos.

Necesitamos saber que incrementando nuestras fortalezas tanto físicas como internas podremos ser felices aun con falta de salud, aun cuando las cosas no sean como esperamos, aun ante los reveses de nuestra existencia y la de los nuestros. Cuando se tiene la fortuna de ser saludable por naturaleza y además por entrenamiento, los resultados pueden ser asombrosos en las desavenencias; lo comento porque en años recientes un muy querido alumno quien por su edad cronológica está teniendo algunas alteraciones típicas por sus años, ha tomado por sorpresa a los médicos por su entereza primero física y después su maravillosa actitud ante la vida, otros casos con los mismos síntomas tienen consecuencias no muy gratas y las limitaciones aumentan con más rapidez.

La experiencia más cercana ha sido hace diez días cuando la noche del último viernes de agosto resbalé, caí sobre mi brazo y culminé en fractura de codo. Mi saludable vida que no había tenido experiencia en fracturas a reserva de caídas típicas en la gente inquieta como yo que desde niña brinco y corro, me  sorprendió al ver claramente como la radiografía muestra la fractura del cubito radial, sin embargo podía mover mi brazo, girarlo, extenderlo en un 90% y flexionarlo casi hasta tocar el hombro, reaccionaban mis músculos, mi brazo, antebrazo y muñeca, entonces el traumatólogo enmudeció pues había llegado a urgencias después de ver la imagen previa de la fractura, con otro cuadro en su mente. Lo usual es tener un agudo dolor, lo conveniente es inmovilizar el brazo, si el problema es mayor entonces proceder a cirugía y yo no era candidata a ninguna opción. A los dos días inicié mi ciclo de clases sin contratiempos y teniendo cuidado en mis movimientos.

Me quedó claro que músculos fuertes y entrenados no se rinden ante un codo fracturado, que así mismo se crea la confianza de una mejor recuperación siguiendo siempre las instrucciones del profesional y que el resto del cuerpo no tiene que sufrir las consecuencias de una de sus partes limitadas pues necesitamos seguirlo ejercitando, que es más fácil perder la salud cuando son muchas las fortalezas, y que el ánimo, la disciplina y la actitud son fundamentales, el secreto es cultivarlas desde la infancia, continuamente y cada día.

Namaste.

Por: Paty Maytorena

Yoga Master

patymaytorena@hotmail.com

Cel. 667 751 2884

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