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    La salud y los lácteos

    Tener buena salud es tener un sistema inmunitario estable, para lo cual influyen varios factores: ejercicio, buena alimentación, estados de relajamiento y todo lo que comúnmente sabemos la mayoría, pero no todos lo aplican en su vida diaria. Con regularidad tomamos las ofertas del mercado como productos milagro que nos ofrecen mejorar las defensas, que nos protegen de enfermedades y nos llevan directo al bienestar, algunos hasta ofrecen alegría y felicidad, es impactante la publicidad.

    Uno de los productos que se promueven como casi mágicos son los lácteos, el yogurt y otros, por no mencionar marcas; los expertos del tema saben que esto dista mucho de ser real. Por ejemplo, el yogurt se vende como producto que sana cuando científicamente no hay sustento de esto. Algunos lácteos venden su contenido enriquecido con vitamina B6 esencial para que funcionen las enzimas, la cual también influye en el desarrollo cerebral durante el embarazo al igual que al sistema inmunitario, así que agregarla a cualquier producto —como al agua mineral—, sería mejor incluso y no garantiza curar esto o aquello.

    Lo mejor sería ingerir la vitamina B6 en hígado, pollo, carnes, pescados, plátanos, verduras, frutos secos, etc., que además suman otros beneficios al organismo. Entre los cuales, el plátano contiene 3.3 veces más B6 que algunas leches fermentadas; un dato importante para darnos cuenta que no necesitamos esos productos tan anunciados y tan poco o casi nada nutritivos.

    Por otro lado, ¿qué nos asegura que las vacas —de donde provienen diversos productos lácteos— están en óptimas condiciones? ¿Realmente después de la primera infancia necesitamos lácteos? En la salud no hay milagros, sabemos las bases para una vida de calidad, con tanta información no podemos voltear a otro lado y cuidarnos con mercadotecnia falsa y barata por práctica, rápida y aparentemente mágica. Un producto como el yogurt, jamás va a suplir lo antes mencionado.

    He vivido la experiencia de ser ovolactovegetariana y también la de desplazar huevos y lácteos, incluso comer solo crudos, todo esto por largas temporadas y a lo largo de muchos años de estudiar la mejor nutrición para mi organismo me quedo con la excelente decisión de no ingerir lácteos a reserva de ocasionalmente comer un buen queso fresco.

    He sentido cambios favorables en el digestivo, el más importante es que difícilmente tiene procesos de inflamación; definitivamente comer fresco y natural, o como decía uno de mis maestros, ingerir todo aquello que no contenga envase ni etiqueta para sentirse bien. Descubrir qué es lo mejor para tu cuerpo te asegura un camino más saludable que dejar la ingesta al aire, a lo que encontré en el camino, a lo rápido, lo barato o lo muy sabroso, si es así, la factura puede ser muy incómoda, penosa y cara. Nada más triste que una enfermedad y hoy en día los problemas de colon emergen como un fantasma para quien tal vez no supo cómo cuidarlo.

    Tomemos consciencia de la forma de nutrirnos y nutrir a los nuestros, a veces hasta tomar un buen curso sobre el tema es una necesaria decisión, va de por medio la salud de toda la familia. ¡Feliz septiembre!

    Namaste.

    Por: Paty Maytorena

    Yoga Master

    patymaytorena@hotmail.com

    Cel.- (667) 751-2884

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