En la vida generalmente creemos que dependemos unos de otros, la única dependencia es la que tiene el ser humano de sus padres cuando recién nace y sus primeros años, siendo el único ser vivo que depende de tal manera. Los animales son independientes unos pocos casi al nacer y otros tantos en corto tiempo.
Cuando un ser humano ha sido formado asertivamente, lo que incluye ser amado y respetado, es difícil que tome décadas en ser independiente, intervienen muchos factores pero lo acertado es crecer de manera que pronto seas el dueño y constructor de tu propio camino. Lo que sí es real y sumamente necesario es ser interdependiente, es conjugarse con los demás desde el desapego, la libertad, dando espacios a todos nuestros seres queridos para poder tener también nosotros delimitado nuestro sistema de vida, hábitos, costumbres y decisiones.
Por eso es un tema tan importante en el matrimonio y desde antes cuando se va formando la pareja, como los acuerdos, decisiones personales y en conjunto, las actividades y los gustos, las relaciones con ambas familias, aclarar cada punto con una comunicación clara y sin prisas, con estados de ánimo tranquilos y en momentos adecuados.
La comunicación previa al matrimonio te hace saber en qué terreno estás parado, es fundamental conocerte lo mejor posible antes de dar un sí tan trascendental en tu vida. Desde esos momentos puedes descubrir qué tan interdependiente o dependiente es la relación, la cual peligra incluso en caer en una codependencia y comenzar a vivir una relación enfermiza y desgastante.
Casarse no es depender, en ningún aspecto de preferencia, por eso es importante incluso tener tus propios recursos financieros, mantener tu identidad, no ser obsesivo con el otro, saber manejar los derechos humanos propios y del otro, escuchar sus puntos de vista y empatizar lo mayormente posible con ese otro. Se unen dos individualidades quienes siendo responsables de lo que desean, sienten, actúan, pueden comprender y compartir con el otro para respetar su propia individualidad. Amar no implica depender sino negociar, hacer acuerdos claros, poner límites, comunicarse desde los sentimientos y saber que algunas veces no será como tú dices ni como él quiere sino como han decidido ambos; plantearlo, manejarlo y/o llevarlo a cabo.
Son dos personas que se quieren pero desean conocerse cada vez más sin imponerse el uno al otro y en total respeto de cada personalidad que siempre será distinta, sin dar las cosas por hecho, sin suponer, pues son dos personas que piensan, sienten, desean y actúan a su manera. Es ese el derecho humano al otro, esa libertad que te hace tan particular y tienes derecho a vivir, experimentar y a que se te respete; esa libertad de común acuerdo que no lastima ni ofende sino que permite que ambos crezcan juntos y disfruten del ser felices y el que el otro también sea feliz en su ambiente y con su gente.
Todo esto es la cosecha de un matrimonio en libertad, interdependiente, libre de celos, apegos, imposiciones y culpas. Que cada quien descubra su pasión y su meta de vida, que brille en su ámbito y tenga ese otro para compartirlo con alegría, que se desarrolle y evolucione como ser espiritual, que estén juntos de la mano viendo el horizonte común y no solo a los ojos, que sientan orgullo de los logros del otro y no se necesiten explicaciones y redundancias para aplacar la inquietud del compañero, cada quien va aprendiendo a manejar sus emociones, tomarle en cuenta, escucharle, son muchos los detalles que se van cultivando en la relación y lo que siembres será tu cosecha desde hoy porque el matrimonio se hace cada día, a cada momento y con cada detalle.
Que tu entrada al matrimonio sea con paso firme, con amor, seguridad y deseos de crecer juntos en el respeto mutuo.
Namaste.
Por: Paty Maytorena
Yoga Master
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