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    Mujeres que cambiaron el mundo

    Con motivo de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo, te presentamos algunas de las mujeres de mayor impacto en la historia mundial, a partir de la lista elaborada por la prestigiosa revista británica BBC History, con opiniones expertas y votación del público.

     

    Rosa Parks, 1913-2005

    Hija de una maestra y de un carpintero, Rosa Parks creció en el corazón del sur racista de los Estados Unidos en plenos años de leyes y costumbres de segregación: Alabama a comienzos del siglo XX. En 1950, ya militante del movimiento de derechos civiles, comenzó a trabajar en la National Association for the Advancement of Colored People de Montgomery.

    Entonces la separación de blancos y afroamericanos en el transporte público era regla, desde que la Corte Suprema había establecido, en el caso Plessy vs. Ferguson de 1896, que las instalaciones racialmente separadas no eran inconstitucionales si eran iguales. Aunque otras personas habían protestado del mismo modo, el acto de Parks el 1 de diciembre de 1955 encendió la mecha que hizo estallar el movimiento de derechos civiles:

    —¿Por qué se niega? —le preguntó la policía, cuando la arrestaba por no levantarse de un asiento de bus, tal como le indicó el conductor, para dejárselo a un pasajero blanco.

    —¿Por qué andan todos ustedes empujándonos por todas partes? —ella preguntó a su vez.

    En la década de 1960 distintas instancias cambiaron el panorama para terminar con la segregación que discriminaba a los afroamericanos.

     

     

    Marie Curie, 1867-1934

    Esta pionera en el campo de la radiactividad —incluso acuñó el término— fue la primera mujer profesora en la Universidad de París y la primera persona que recibió dos premios Nobel, uno en Física y otro en Química. Sus descubrimientos abrieron el camino a los tratamientos del cáncer.

    Nació en Varsovia, cuando Polonia era territorio del imperio ruso, y comenzó a estudiar allí, de manera clandestina, ciencias. En Francia, conoció en la universidad a su marido y colaborador, Pierre Curie, con quien identificaría dos nuevos elementos: el radio y el polonio. La manipulación de esos materiales radiactivos le causaría una anemia aplásica.

    Tras la muerte de su esposo recolectó una pequeña fortuna en distintos países para continuar la investigación de tratamientos contra el cáncer y fundar laboratorios. Pronto estalló la Primera Guerra Mundial: ayudó entonces a equipar las ambulancias con rayos X, y en ocasiones las manejó personalmente hasta el frente de batalla.

    Patricia Fara, presidenta de la Sociedad Británica para la Historia de la Ciencia —quien nominó a la física, originalmente llamada Maria Salomea Skłodowska— la describió como una mujer que nunca tuvo la suerte de su lado: “En Polonia, su familia patriótica sufrió bajo el régimen ruso. En Francia la miraban con suspicacia por extranjera y, por supuesto, allí donde fuera, era discriminada por ser mujer”.

     

     

    Ada Lovelace, 1815–1852

    Aunque Silicon Valley se destaca por la fuerte impronta sexista de su cultura, la primera programadora fue mujer. Augusta Ada King, nacida Byron —la única hija que el poeta Lord Byron tuvo dentro de su matrimonio con Anne Isabella Noel—, trabajó con Charles Babbage en la creación que el matemático llamó la Máquina Analítica; pero, aunque él sólo consideraba que su creación servía para cálculos de números, la condesa de Lovelace estimó que podía ejecutar otras habilidades.

    En sus Notas dejó el primer algoritmo que se escribió para que procesara una máquina; entre 1842 y 1843 tradujo un texto del ingeniero (y luego primer ministro de Italia) Luigi Menabrea, que enriqueció con sus interpretaciones. Sin embargo, su trabajo no fue valorado sino de manera póstuma. Su máquina voladora a vapor no fue más que un sueño que se recordó a sí misma muchas veces; Babbage no la consideró nunca más que una asistente.

    La máquina era, para ella, un objeto capaz de realizar diferentes procesos: “El Motor Analítico teje patrones algebraicos igual que el telar jacquard teje flores y hojas”, escribió, y precisamente sugirió el uso extendido de las tarjetas perforadas. Su pensamiento científico era, en sus palabras, “ciencia poética”.

    A pesar de su fascinación por la matemática, Lovelace se casó con el hombre que eligió su madre. Murió a los 36 años, de cáncer.

     

     

    Mary Wollstonecraft, 1759–1797

    Escribió ficción, ensayos, un libro de viaje y otro para niños. Su obra Vindicación de los derechos de la mujer, de 1792, fue el emblema de generaciones de feministas: argumentó allí que las mujeres no son inferiores al hombre por naturaleza sino porque no reciben la misma educación. Muy influida por la Revolución Francesa, planteó un orden social igualitario, basado en el tratamiento de todas las personas como sujetos racionales.

    Su vida no convencional —se le conocieron dos grandes romances antes de su matrimonio con el precursor del anarquismo William Godwin, con quien tuvo a su hija Mary Shelley, autora de Frankenstein, y murió poco después del parto— fue objeto de crítica y veneración. Hoy se la considera un pilar indiscutible del feminismo.

     

     

    Emmeline Pankhurst, 1858–1928

    Antes de que Meryl Streep encarnara su vida en Sufragistas, la luchadora por el derecho al voto femenino era tan popular que Disney le dedicó la canción “Sister Suffragette” en la película Mary Poppins. En 1903 Emmeline Pankhust fundó la Unión Social y Política de Mujeres (WSPU) para abrir el voto parlamentario a las mujeres.

    Miles la siguieron en un movimiento de demanda, que recurrió al incendio de comercios y el ataque a los domicilios de políticos conservadores, sin precedentes en la historia británica. Fue detenida 13 veces, algunas con sus hijas. Se describió a sí misma encarcelada “como un ser humano en el proceso de ser transformado en una bestia salvaje” e hizo varias huelgas de hambre.

    Su lema, “acciones, no palabras”, resultó perdurable. La WSPU, cercana al Partido Laborista independiente, fue un factor determinante en la obtención del sufragio de las mujeres en el Reino Unido.

     

     

    Rosalind Franklin, 1920–1958

    Cuando se habla de estudios pioneros del ADN, se piensa en  James Dewey Watson. Pero menos reconocida, esta cristalógrafa británica no sólo contribuyó de manera importante a la comprensión de la estructura básica de la vida, sino que logró las primeras imágenes —mediante la difracción de rayos X— de la doble hélice.

    La famosa foto 51, que muestra una cruz oscura de puntos, fue tomada en King’s College, una institución destacada por su sexismo en el momento. Con sólo otra investigadora mujer, la química Rosalind Franklin sufrió un desprecio constante de sus pares varones. Sin su hallazgo sobre la fundación química de la herencia, no se conocerían el genoma humano ni la ingeniería genética. En vida fue reconocida por sus trabajos sobre la estructura de los virus y el carbón.

     

     

     

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