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    Una deriva por el Jardín Botánico

    Caminar es explorar el mundo. Darse cuenta de la infinidad de posibilidades que día a día aparecen ante nosotros. En su libro Elogio a Caminar, David Le Breton dice que el paseo “restituye en el hombre el feliz sentimiento de su existencia. Lo sumerge en una forma activa de meditación que requiere una sensorialidad plena”.

    Tomar un paseo por un lugar como el Jardín Botánico Culiacán lleva al visitante a una experiencia parecida al separarse de su vida diaria por un rato y mantener un encuentro con la naturaleza.

    El trabajo y las obligaciones han hecho que la sociedad contemporánea se aleje cada vez más de la naturaleza, por lo cual una actividad como una caminata por el Jardín se vuelve una experiencia realmente enriquecedora. En 1958 Guy Debord y el grupo de los Situacionistas introdujeron el concepto de deriva como una reflexión para ver y experimentar la vida urbana, oponiéndose a las nociones clásicas de viaje y paseo. Debord planteaba que en vez de que las personas se vieran encerradas en la rutina diaria, trazaran nuevas rutas a partir de sus emociones y la mirada a situaciones urbanas de una forma nueva y radical.

    La deriva es sin duda una forma en la que un recorrido por el Jardín pueda ser único y diferente en cada visita de manera personal o grupal. ¿Qué pasaría si un día el visitante traza su ruta atendiendo únicamente a las especies de plantas que son parte de su colección botánica? ¿O si sólo guía el recorrido por las piezas de la colección de arte contemporáneo? O mejor aún, ¿qué pasaría si se camina dejándose llevar por las emociones que el paisaje te haga sentir como lo planteaban los Situacionistas?

    Las opciones siempre se llevarán a cabo según sea el interés del visitante, pero tener la oportunidad de separarse por un momento de la vida cotidiana, de su ritmo, ruido y estrés, hace que un recorrido por el paseo por el Botánico sea una oportunidad de introspección y autoconocimiento para llevar después a nuestra vida diaria, ya que, regresando al pensamiento de Le Breton: “a veces, uno vuelve de la caminata transformado, más inclinado a disfrutar del tiempo que a someterse a la urgencia que prevalece en nuestras existencias contemporáneas”.

    Por: Enrique Medina

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