Aparentemente las personas hoy en día “viven”. ¿Porqué aparentemente? Observa la publicidad, las fiestas, las modas, el espectáculo, los eventos, cómo se comportan las personas y qué desean reflejar. Realmente buscan sentirse bien, aunque no sea el camino adecuado, aunque en la soledad y la privacidad se encuentren con un vacío, queriendo aceptación sin aceptarse a sí mismos. La búsqueda del ser humano sin embargo es intensa e incansable, y son básicamente dos cosas: amor y felicidad.
Encontrar ambos caminos requiere de una madurez emocional principalmente, llegar a la plenitud es un camino de trabajo personal y dedicación profunda y consciente, pero sobre todo constante.
Reflexionando al respecto me encuentro con algo muy particular que termina siendo un grillete en el tobillo de la existencia: El pasado. Muchas personas siguen atados al pasado de una u otra manera, considerando que fue mejor que el presente, reviviendo detalles de lo sucedido, lamentándose, añorando incluso bienes materiales, dando vueltas en la mente de cómo podrían haber ocurrido las cosas con tal trabajo, con tal persona, ya sea familiar, amigo o pareja. Negando incluso la responsabilidad que conllevan las relaciones interpersonales, ocasionando sólo malestar, culpa, enojo, quedando en el pantano irremediable del pasado pues ya no se puede cambiar.
¿Castigo? ¿Culpa? ¿Venganza? Sin reconocer los errores, acumulando resentimientos inútiles, incrementando el ego y la soberbia. Cuando la que realmente nos puede rescatar es la humildad y aprender de las experiencias el mensaje, la moraleja, aquello que nos permita evitar en un futuro otra equivocación.
Alguna vez leí en un artículo sobre nuestra ligera constitución humana, “80% agua y 10% oxigeno, entonces, ¿porqué no ser ligeros como la luz? ¿Porqué voltear al pasado como en Sodoma y Gomorra para volvernos pesados como estatuas de sal?”
Abrazarnos del pasado es desperdiciar nuestra energía, si lo soltamos ganamos madurez, experiencia, conocimiento, sabiduría y sobre todo comenzar a vivir ligero. El pasado nos trae nostalgia, impotencia, resentimiento, por citar algunas emociones, una cosa es recordar momentos agradables para disfrutarlos, incluso en compañía, que permanecer anulando el presente y añorando el pasado. Los remordimientos nos roban la alegría de vivir, de disfrutar el hoy, de ver horizontes nuevos, posibilidades por experimentar, son ladrones de nuestro bienestar.
La fortuna es que no importa que clase de pasado tuviste, puedes una y otra vez tener un nuevo comienzo, como un nuevo amanecer, forjando un futuro maravilloso mientras estás aprendiendo en tu presente, sembrando en tu presente y disfrutando tu presente. Siempre, siempre, siempre podrás volver a empezar.
Namaste.
Por: Paty Maytorena
Yoga Master
patymaytorena@hotmail.com
Cel. 6677 51-28-84