Llega mes de Octubre y empiezo a leer en diferentes redes sociales: “Octubre sorpréndeme”. Creo en mi muy particular manera de analizar las cosas que esta frase suena muy trillada. ¿Acaso no deberíamos mejor nosotros sorprender a las personas que nos rodean? Vamos construyendo la historia de nuestra vida, día a día. Cada día se nos entrega un tesoro, debemos preguntarnos antes de cerrar los ojos para conciliar el sueño, si el tesoro se ha multiplicado o ha decrecido. ¿Déficit o Superávit en nuestra vida?
En los últimos meses he tenido la oportunidad de leer varios libros, destacando de esa lista dos libros fabulosos. El primero de Rafael Perez Gay, titulado “El cerebro de mi hermano”; ganador del Premio Mazatlán de Literatura 2014. Debo de admitir que soy muy sentimental, además de ser súper apegado a mi familia, por lo que éste libro me ha pegado duro. Es muy breve y se puede leer de corridito, me gusta mucho que Rafael no tiene empacho en declarar su admiración y su amor fraternal por José María (su hermano, traductor, diplomático y ensayista, fallecido en mayo de 2013.), sobre todo en un mundo tan frío y lejano como pareciera que es el de las familias de los intelectuales, en donde pueden llorar con la lectura de Rimbaud o sentir el escalofrío exquisito ante las notas de la sinfonía número dos de Mahler; pero no se acongojan ante la pena cercana, ellos no, y esa calidad humana es entrañable.
Está narración tiene pinceladas de una crónica acuciosa, mezclada con el duro e infame informe médico, hasta tocar las fibras más íntimas de la autobiografía; es la historia de los Pérez Gay, en donde varias lagrimas brotaron, al escudriñarla, la Carta que José María, le manda de Alemania a su madre, es altamente emotiva. ¡Vale la pena leerlo!
“La ridícula idea de no volver a verte” ese es el nombre del fabuloso de Rosa Montero y es el segundo que les comentaba que me ha dejado con grato sabor en el boca. De entrada el título es sumamente sugerente, en el lleva implícita una invitación. Hay todo un grito de libertad y viveza desde la primera página. Habré de hacer la acotación oportuna, este libro inclasificable una obra maravillosa un ejercicio único y diferente en ella convergen muchos géneros literarios, incluye fotos, remembranzas, amistades y anécdotas, siento como si la Montero entablara una amena pero no por eso menos aguda conversación con el lector. Estas páginas cobraron vida, después de una aridez literaria, a causa del duelo que vivía la escritora tras la muerte de su marido, y en ese momento, la luz apareció al final del túnel en su vida y en su inspiración al leer el diario que Marie Curie, comenzó tras la muerte de su esposo, (a manera de catarsis por llamarle de alguna manera) entonces esa mujer tan avant garde como fuer Curie le provocó en la mente, corazón y estomago una llama interior que la llevó a preguntarse desde las cosas más sencillas, hasta los cuestionamientos más existencialistas. El reconocido crítico mexicano Javier Aranda concluye que “Es un libro arriesgado porque encierra en el corazón del relato la gana de contar. De contarnos el cuento de la vida. (…) Para Rosa Montero escribir es mantener el nexo con la vida. Nos cuenta historias poderosas porque no le caben en el pecho y debe contarlas. Con palabras construye un mundo, su mundo, porque el que vive le parece insuficiente. Para vivir, dice la escritora, tenemos que narrarnos.
En ambos libros, ninguno de los autores, ni siquiera sus propias historias, en donde hay evocaciones íntimas, anécdotas desfragmentadas, orgullo y admiración por el otro y en donde se pone en el banquillo de los acusados a nuestro tiempo, a nuestra época, a nuestra muy particular manera de ver las cosas (inclusive añadiría yo con miedo, relativista manera…), ninguno, le pide a la vida que la sorprenda, al contrario ellos sorprenden a la vida con sendas narrativas y contagian y queman. Y contagian y refrescan a la vez.
¡Gracias por leer!
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Instagram: @leerporlaveredatropical
*El autor es abogado y escritor, intelectual pop y filósofo urbano y ya sin tanta crema a los tacos es un mazatleco orgulloso de su terruño.
