Por: Paul McGregor Ahí estaba yo, parado en un pie debajo de un árbol, mientras el sol salía sobre las montañas al este de Culiacán. Ricardo Landeros, nuestro instructor de T’ai Chi, decía a sus alumnos, con voz serena, que el objetivo era permanecer en esa posición durante cinco minutos, pero con los ojos cerrados. Con un poco de…
