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    Al Pacino, un actor imprescindible

    Uno de los más grandes actores en la historia cinematográfica, Al Pacino, no podía ser menos.

    Al Pacino es uno de los puntales del cine de todos los tiempos. El Padrino, Scarface, Tarde de perros… películas míticas de los 70 y los 80 que cambiaron la forma de interpretar y vivir el cine. Recordamos su carrera el día que cumple 82 años.

    La fama le llegó en 1972, cuando Francis Ford Coppola dio su voto de confianza a aquel actor desconocido y le ofreció un papel que le convertiría en inmortal. Michael Corleone se transformó, durante décadas, en el alter-ego de Al Pacino. Sólo su enorme capacidad interpretativa ha logrado que la ficción no le devore, y se ha convertido en una figura duradera e icónica en el mundo de las películas americanas.

    Alfred James Pacino nació el 25 de abril de 1940 en Harlem, Nueva York. Su padre, Salvatore Pacino, lo abandonó cuando tenía dos años, y fue criado por su madre, Rose Gerardi, y sus abuelos. Tanto la familia de su padre como la de su madre eran italo-americanos.

    No disponían de muchas comodidades y las dificultades económicas fueron una constante en los primeros años. Desde niño sus dotes como actor se hicieron evidentes. De hecho, él se entretenía en sus ratos de soledad imitando las voces de esos actores que veía en las películas, cuando lograba arañar unas monedas a su madre y acudía a las salas de cine. Un maestro escribió a su madre animándola a que el niño estudiara Arte Dramático. Y así lo hizo.

    Sus primeros años fueron una mezcla de trabajo arduo y desaliento. Se apuntó en la High School of Performing Arts de Manhattan, pero pronto descubrió que el método que allí se aplicaba, el famoso Stanislavsky, coartaba sus habilidades innatas para la interpretación. Así es que siguió por el camino de los autodidactas sin un centavo en el bolsillo. Más de una vez hubo de ir a audiciones colándose en el autobús y con el estómago vacío. Tampoco tuvo ningún reparo en, mientras su sueño llegaba, trabajar como acomodador o tramoyista.

    Logró estudiar en el prestigioso Actors Studio en 1966, con el legendario maestro de actuación Lee Strasberg, creador del Method Approach que se convertiría en la marca de muchos actores de la era de los 70. Después de aparecer en una serie de obras de teatro en papeles secundarios, que finalmente le pega a la grande con The Indian Wants the Bronx, ganando un premio Obie por la temporada 1966-1967. Seguido por un premio Tony por Does the Tiger Wear a Necktie?.

    El momento más delicado de su vida fue a los veintidós años cuando murieron, casi simultáneamente, su madre y su abuelo. Ambos, que tanto habían luchado por la vocación de Al Pacino, no pudieron ver cómo éste arrebataba, en 1972, uno de los papeles más jugosos de la historia del cine, Michael Corleone, a actores consagrados de la talla de Robert de Niro, Warren Beatty, Jack Nicholson o Robert Redford.

    Su debut en el cine fue con la película Yo, Natalia, en 1962. Pero su salto a la fama fue con la legendaria, mítica, película El Padrino, en 1972. Francis Ford Coppola, director de la saga, se interesó por este actor casi desconocido para el papel. Aún así que Coppola ganó a través de una pulida persuasión, Pacino estaba en constante temor de ser despedido durante el rodaje infernal. Para su alivio (y de Coppola), la película fue un éxito monumental que hizo maravillas para la carrera de todo el mundo, y le valió su primera nominación al Oscar como Mejor Actor de Reparto.

    Cuesta creer que ésta era sólo la tercer película en la que participaba el actor. El Padrino y sus posteriores secuelas son iconos de la cinematografía y, sin lugar a dudas, Michael Corleone ha sido el personaje de su vida.

    Durante la década del 70 cimentó su reputación como actor, ya que en lugar de tomar proyectos más fáciles por el gran dinero que ahora podía demandar, dio su apoyo a lo que él consideraba difíciles pero importantes películas, como el drama de la vida real de delincuencia Sérpico (1973) y el trágico atraco a un banco en la vida real Tarde de perros (1975). Abrió los ojos en todo el mundo del cine por su valiente elección de papeles, y fue nominado tres años consecutivos por el Mejor Actor al Premio de la Academia.

    Vaciló ligeramente con Un instante, una vida (1977), pero recuperó su paso con Justice for all (1979), por la que recibió otra nominación al Premio de la Academia al Mejor Actor.

    Durante la década del 80, experimentó un declive en su carrera, a pesar de que en 1983, interpretó a un mafioso cubano en Scarface de Brian di Palma, resultando una película y una actuación de antología.

    Un error monumental estaba a punto de seguir. Revolución (1985) sufrió un rodaje interminable y aparentemente maldito en el que el equipo fue destruido, el clima era terrible, y Pacino enfermó terriblemente de neumonía. Los constantes cambios en el guión también se descarrilaron; un proyecto que parecía condenado desde el principio. La película se considera una de las peores películas de la historia, por no hablar de una de las peores de su carrera, dio lugar a sus primeras críticas verdaderamente malas y lo mantuvo fuera de la pantalla para los próximos cuatro años.

    Contribuyo mucho al teatro, al que considera su primer amor, y en dirigió una película, The Local Stigmatic (1990), sin embargo continua inédita. Levantó su exilio auto-impuesto con la llamativa Sea of Love (1989), como un policía bebedor.

    La década del 90 fue muy buena para el actor. La inició con su participación en Dick Tracy, donde interpretaba a uno de los villanos del film (que contaba con una interesante fotografía basada en la estética del cómic), ganándose los elogios de la crítica y siendo nominado a Mejor Actor de Reparto. Volviendo a los Corleone, hizo El padrino. Parte III (1990), y dos años más tarde fue nominado por la película Glengarry Glen Ross (1992).

    En 1992, finalmente, ganó el Premio de la Academia al Mejor Actor por su actuación increíble en Scent of a Woman (1992). Una mezcla de perfección técnica (interpreta a un hombre ciego) y carisma, fue hecho a la medida el papel para él, y sigue siendo un clásico.

    Los próximos años podrían ver a Al Pacino cada vez más cómodo con la actuación y las películas como un negocio, resultando grandes papeles en grandes películas con más frecuencia y menos exigentes en cuanto a implicación personal que en sus días más salvajes.

    Con Carlito’s Way (1993) demostró otro clásico gángster, al igual que el drama épico Heat (1995) dirigida por Michael Mann y co-protagonizada por Robert De Niro, a pesar de que sólo tenía unas pocas escenas juntos. Volvió a la silla de director para la adaptación de Shakespeare, aclamado y peculiar Looking for Richard (1996).

    City Hall (1996), Donnie Brasco (1997) y The Devil’s Advocate (1997), todo salió en este período. Retomando con Mann y Oliver Stone, dio dos actuaciones al mando en The Insider (1999) y Any Given Sunday(1999).

    En la década de 2000, Pacino protagonizó una serie de éxitos, incluyendo Ocean’s Thirteen (2007), pero su elección en papeles de la televisión (el vicioso Roy Cohn en la miniserie de HBO Angels in America (2003) y su representación sensible de Jack Kevorkian, de la película para televisión You Don’t Know Jack (2010)) son una reminiscencia de las opciones más audaces de su carrera. Cada proyecto de televisión le valió un Emmy por Mejor Actor en una Miniserie o Película. Actualmente saldrá Beyond Deceit (2016) y The Trap (2017) que se encuentra en pre-producción.

    En su vida personal, Pacino es uno de los solteros más perdurables y notorios de Hollywood, nunca ha estado casado. Tiene una hija, Julie Marie, con la maestra de actuación Ene Tarrant, y unos gemelos con su novia de toda la vida Beverly D’Angelo.  Dicen que para el amor no hay edad y Al Pacino se lo tomó muy enserio… En el día de su 82 cumpleaños, el actor se dejó ver con Noor Alfallah, su nueva novia 54 años menor que él.

    Al Pacino es un Original en la profesión de actor. Su método de enfoque se convertiría en el proceso de muchos actores a través del tiempo, y su número inmejorable de roles clásicos ya le ha hecho una leyenda entre los cinéfilos y los aspirantes a actores y directores. Su compromiso de actuar como una profesión y su dominio de pantalla le ha establecido como un excelente actor de carácter, una de las verdaderas leyendas del cine.

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