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    El final

    Estamos en la recta final del otoño y del año. En la vida nada es para siempre; las palabras nunca, siempre y jamás tienen poco uso pues ya sea en la naturaleza, en la sociedad, en la conducta, nada perdura, ya que la constante es el cambio en absolutamente todo. Aun cuando mencionamos eventos como nunca antes vistos remontarnos a la historia centurias, décadas o lustros atrás, encontraremos similitudes con hechos del pasado. Nada es nuevo bajo el sol.

    Lo cual lo vuelve interesante y motiva a reflexionar cada paso que damos, cada actitud que tenemos y que reacción proyectaremos ante tal o cual suceso. Visualizar este nuevo mes de diciembre nos da la pauta a ver la navidad, las fiestas, las creencias ya no como algo igual o parecido a los años anteriores; al llegar el virus se transformó la forma de ver, palpar, sentir y experimentar la vida. 

    Ha sido por mucho un evento de grandes pérdidas pero de grandes ganancias también, cada quien lo vera desde su personal perspectiva. Aunque sabemos que cada día trae indiscutiblemente daños y enseñanzas, incomodidad y aprendizaje, pues la vida así es y pobre el que espera que todo sea perfecto, que las cosas salgan como lo desea o que espera, supone y crea que con solo desearlo la vida se lo cumplirá como varita mágica, es necesario meditarlo.

    Aún existen muchas dudas sobre la existencia, porque pasan tales o cuales cosas que no siempre entendemos, como la muerte inesperada, sobre todo de un ser muy querido que todavía tiene mucho por vivir. El misterio nos acompaña regularmente y surge el miedo a perder, a soltar, al cambio, por eso la reflexión que cito en el segundo párrafo es tan necesaria y además oportuna en esta época. 

    No podemos seguir viviendo en la utopía de un mundo maravilloso donde los demás están mal pero yo no, donde la navidad son regalos, sonrisas y festejos, donde al final esperamos que culmine el año para festejar, ¿qué? ¿Qué es realmente lo que festejamos? ¿Deseos? ¿Una lista de sueños? ¿De compromisos que seguramente no cumpliremos? Por eso recrear los finales anteriores ya pasado el dolor de la perdida, los miedos de la incertidumbre, ante un mundo que se levanta de un pandemia y quiere recuperar lo anterior.

    ¿Con que objeto queremos vivir como antes? ¿Festejar como antes? ¿Comportarnos como antes? Vivir cada día diferente es una inquietud que podríamos sembrar desde este primero de diciembre, profundizar en la magia del otoño que finaliza abriendo las puertas al invierno y lo más importante, al nacimiento del ser más humano y espiritual que ha existido.

    Que tu corazón se motive a ser más cálido, coherente y expresivo, que la integridad, la honestidad, la verdad, la buena actitud te lleven de la mano sobre todo con lo más amados. Hagamos un cierre más amoroso, aprendamos a prueba y error a ser sinceros primero con nosotros mismos para consecuentemente serlo con los demás. Es una tarea que yo misma llevo cada día entre tropiezos y conductas equivocadas, levantándome de cada caída y deteniéndome a la introspección de mis actos. Nada fácil y nada imposible, si damos el primer paso el eco con los más cercanos abrirá caminos de comunicación más saludable e inesperada.

    Namaste

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