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    Luchar, cambiar o renunciar

    “El chiste está en lo que uno recalca. O nos hacemos infelices o nos hacemos fuertes. La cantidad de trabajo es la misma”

    Carlos Castañeda

    Una de las principales causas del sufrimiento humano –innecesario, por cierto– es el apego: la excesiva aprehensión por las personas, las relaciones, el dinero, las ideas o cosas.

     También es fuente de frustración y sufrimiento buscar una meta y no alcanzarla. La diferencia entre lo que quieres de la vida y lo que verdaderamente obtienes de ella, equivale a frustración; mientras más grande sea la brecha entre el desear y el obtener, mayor será la desgracia, a menos que hagas algo al respecto.

    En nuestra “educación” (o deformación) aprendemos que es bueno acumular: cosas, relaciones, dinero, amigos, conocimientos, etcétera. En parte sí que lo es, pues es semejante a la Abundancia (así, con mayúscula) sin embargo, la Abundancia plena no incluye al sufrimiento, que se origina ante lo inalcanzable o ante las pérdidas, que son parte ineludible de la existencia.

    Para sostenerse en la Abundancia plena debes excluir el sufrimiento de tu vida. Repaso la idea de que “El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional”. Sí, es decir que un dolor, como la muerte de un ser querido, es imposible no sentirlo ya que somos seres de emociones, y lo malo es, cuando por voluntad propia, prolongamos el dolor más allá de su ciclo natural, y es entonces que lo convertimos en sufrimiento.

    Así que, cuando desees algo, como una nueva relación, un mejor negocio, una meta cualquiera, y en un plazo prudente no lo obtengas, te recomiendo que consideres estas opciones:

    Luchar: si crees que tu deseo de verdad vale la pena para ti, entonces pelea por conseguirlo, y si después de un tiempo razonable no alcanzas esa meta específica, o cambias de estrategia o cambias de meta.

    Cambiar: si a pesar de los intentos, con diferentes tácticas incluso, sigues sin alcanzar esa meta no te frustres, mejor cambia de aspiración. Sustitúyela por otra. Si ese negocio no se da o esa persona no te quiere, te queda el recurso de cambiar de tipo de negocio o buscarte una nueva persona que sí te ame. Es absurdo empeñarse de por vida –aunque lo veamos en muchos otros seres humanos– en algo o en alguien que jamás serán tuyos; sin embargo, muchos viven con esa esperanza sin posibilidad de cumplirse.

    Renunciar: es lo mismo que actuar en el desapego. Es pues, que si detrás de luchar por la meta, intentar sustituirla por otra y aún así no logras lo que quieres, no te quedará mejor solución que olvidar el asunto, persona o cosa. No te sugiero que tomes este consejo como señal de flojedad o pequeñez. Es simple sentido común abandonar aquello que no pudiste lograr ni peleando, ni cambiando de estrategias o deseos.

    El deseo no cumplido ocasiona desdicha, a menos que hagas lo opuesto: no desear. No desear –lo que antes deseabas– es el mejor antídoto para curar la enfermedad de la pretensión. Suena sencillo y hasta como juego de palabras, pero tómate un tiempo, haz un alto en tu camino y ponte a pensar cómo sería tu vida sin tantos deseos innecesarios o inalcanzables.

    Hay una frase que dice: “Si no tienes lo que quieres, quiere lo que tienes”, la que en alguna ocasión cuestioné, pues me parecía conformista. Ahora, le encuentro un sentido diferente: no debes obstinarte en conseguir lo que la vida te está negando, repetidamente quizás. Fluye con la corriente vital y empieza a amar lo que tienes, y con ello te pondrás en la ruta de nuevas y mejores cosas.

    De no abandonar lo inalcanzable estarás anclado al pasado, no disfrutarás del presente y no avanzarás hacia un  mejor futuro.

    Por: Rubén Manuel

    Sañudo Gastélum

    Coach y Consultor de Empresas.

    manuelsanudog@gmaill.com

    DR. © Derechos reservados. Se prohíbe la reproducción sin el permiso del autor.

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