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    EL GLAMOUR EN EL CINE

    En el Diccionario Tecnológico del Cine (Segunda Parte de Gran Historia Ilustrada del Cine, Volumen 15, página 2268, SARPE, Madrid, 1984) viene la definición de un concepto que siempre me ha llamado la atención: glamour:

    “Palabra inglesa que se puede traducir por encanto a condición de añadirle el matiz de irradiación, de seducción casi imperiosa. Ha servido para caracterizar un tipo de belleza rubia, la Glamour girl, que reinó sobre Hollywood a partir de los comienzos del cine sonoro. La Glamour girl <disimula> su atracción sexual bajo una belleza caprichosa bastante sofisticada que quiere ser misteriosa. Jean Harlow fue un modelo indiscutible, que influyó definitivamente sobre Myriam Hopkins y Carold Lombard. Después de la Segunda Guerra Mundial, la expresión ha ido quedando poco a poco, por lo menos, pasada de moda.”

    En el No. 1 de CINESAURIO, Revista de Cine, Literatura y Varia Universal, 28 de diciembre de 1999 (nunca publicado), escribí, en la sección LAS DIVAS:

    JEAN HARLOW (1911-1937)

    “Las mujeres fatales del cine, anteriores a ti, fueron morenas azabaches y tenían el cabello negro como la noche. Tu piel despedía antitética blancura y tú lo tenías rubio platino. Representabas el tipo de <vampiresa> completamente nuevo, que se atrevía a ritualizar juegos eróticos permisibles en pantalla, cuyo glamour se apoyaba en elegantes ropas y sofisticados decorados. Te recordamos diciéndole a James Cagney con cierto desapego, < ¡Oh, Tommy, podría amarte hasta la muerte! >, en la película The public enemy de William A. Wellman. También, te recordamos demoledora, con ajustado vestido de satén, mordisqueando un bombón y buscando, bajo una cama, más, en Dinner at eigth de George Cukor. En Red-headed woman de Jack Conway dices en tu primer parlamento: <Con que los caballeros las prefieren rubias, ¿eh?>. Acto seguido te pones un vestido transparente, sujetas a tu liga la foto de un hombre y sales dispuesta a probar lo dicho, al tiempo que continúas diciendo: <Una chica es tonta si no toma la iniciativa. Es tan fácil cazar a un rico como a un pobre>. No quiero interpretar lo que se dijo cuando en un momento de la película anterior sigues a tu presa (Chester Morris): <su atractivo en nada se diferencia del de una furcia de portal>. ¿Mujer ligera, pecadora? Dije que no quería interpretar. Hay que reconocer tu habilidad para la comedia y, por qué, ¿no?, pudiste ser una buena actriz dramática. En Red Dust de Victor Fleming le preguntas a Clark Gable: < ¿Te importa que me emborrache contigo? > A fin de cuentas, él termina metiendo su mano bajo tu falda. Los historiadores del cine afirman que en Bombshell de Fleming lograste tu mejor actuación. Interpretas a una <rubia actriz tonta> en busca de nueva imagen, intentado escapar y gozar de la libertad. Dicen que una de las virtudes del gran Frank Capra fue su capacidad de consagrar a sus actores. A partir de Platinium Blonde te convertiste en el gran sex-symbol. En fin, yo te recuerdo como China Doll, en China Seas de Tay Garnett. Si fuiste insolente, también encantadora. Si eres mito, antes fuiste de carne y hueso. Si no poseías malicia intrínseca, si poder seductor incomparablemente radiante. Aún sigues siendo la más genuina representante del glamour en la historia del cine.

    Por Javier Enrique Zamorano López

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